Qué lindo ser aunque no seamos

Te quiero y te voy a querer aunque no seas para mí, ni yo para ti.

Casi a diario me pregunto si, al final, los viajes a escondidas, las noches largas viéndote dormir a mi lado, los encuentros clandestinos y las llamadas valdrán la pena.

Montada en el avión de regreso, después de pasar este tiempo a tu lado –que se puede decir que de los mejores—, comienzo un pensar lo bello que es la vida si la veo desde este momento. Y, aunque no tenga nombre, deseo desde lo más profundo de este loco corazón volver.

Volver porque es bello estar juntos, volver porque me gusta tu compañía, volver porque disfruto. No me da miedo arriesgar todo por el todo porque sé que, aunque el final todo se quede en las cuatro paredes, yo lo viví, yo lo disfrute y nadie me quitará eso, ni siquiera tú.

No me da miedo tampoco pensar en qué pudiste ser o no para mí, al final te voy a querer, a veces mucho, a veces poco, a veces solo te querré. Pero sobre todo, te voy a querer aunque no seas para mí ni yo para ti.

Alguien me enseñó un día que la vida son momentos y el momento que esté a tu lado, sean ocho meses, ocho años u ocho vidas, los disfrutaré.

Te convertiste en el placer que más me gusta. Tanto que amo escribir y te convertiste en mi texto.

No sé si estoy enamorada, pero sé que es bello disfrutarte como yo quiera. Verte con o sin ropa, sentirte a mi lado, no sé si pensando en alguien más, pero sí sé que a mi lado.

Como ves, tanto aprendí del pasado que lo único que me interesa es vivir, vivir una vida volando, así sea en un avión para verte; vivir libre, sin que seamos cárcel el uno para el otro, sin que seamos celos, solo siendo cómplices de una locura, que tendrá que terminar un día, que espero no sea por ahora.

No soy así tipo chica cursi, enamoradiza, me cuesta mucho querer. Intento mentirle a la gente, a mí misma, incluso a ti, porque siempre he pensado que los sentimientos ahuyentan a la gente. Todo el que se siente querido, se aprovecha de eso, juega para sacar ventaja y termina marchándose con un corazón roto en el bolsillo. Y no me gustaría que este fuera mi caso.

Tengo claro que el día que me digas “vete”, me iré, pero cuando me digas “ven” también volveré. No porque no me ame, no porque me tienes en tus manos, no porque lo quieras, volveré porque, aunque sean cortos los minutos juntos, los disfruto y a mí me gusta disfrutar.

Qué lindo poder ser: ser cómplices, ser amigos, ser incondicionales el uno para el otro; qué lindo que, aun existiendo alguien más, pueda de vez en cuando escucharte, darte ánimo y darte luz, aunque ni siquiera tenga luz para mí.

Feliz de disfrutar la vida a tu lado, aunque sea un momentito.

Hoy somos dos, aquí.

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