Decidí no depender de nadie
- Yo
- 17 jul 2017
- 3 Min. de lectura
Yo creo que es verdaderamente libre quien no depende de una persona, una llamada o un mensaje para estar tranquilo.

Vivir el día a día pegado de cabeza en el techo porque tu novia o novio no han escrito es un síntoma de dependencia. Creo fielmente que es el peor síntoma, aun me recuerdo sentada con el teléfono enfrente, pensado cuándo seria el momento en que recibiría un “Hola”. Me la pasé pegada al techo muchas horas de mi vida, pensando en que podría estar haciendo.
El problema radicaba en que me gustaba idealizar a ese ser. Y es que nos volvemos locos pensando en encontrar un ser perfecto, tal cual como lo soñamos y cuando nos damos cuenta que no es lo que pensamos, idealizamos. ¿Quién no se ha hecho ‘pajazos mentales’ pensando que están al lado del mejor?
La vida es la mejor maestra que podemos encontrar y estoy convencida que de las experiencias aprendemos y aprendemos mucho. Me acuerdo de todas las veces que la misma vida puso delante de mí situaciones que me hicieron ver la realidad.
Es que, este ser era un hijo de su madre y quién sabe cuántas veces se burló de mí y yo enamorada, pero no me arrepiento porque si algo estoy cien por ciento segura es que a este ser le debo lo que soy hoy.
Aprendí de la peor forma: a golpes. Mi mamá –porque siempre tienen la razón– me lo decía, pero ese viejo dicho que existe es tan cierto: “es que uno enamorado no ve, ni oye, ni entiende”. Pero bueno, para fortuna mía y de muchas más, ese encanto se acaba.
Le temía tanto a que se acabara y haber perdido mi tiempo, pero cuando se acabó, sentí que me libere por completo.
Un viejo amigo me decía que era una sumisa y está bien, detrás de letras, lo acepto, pero es que tenía que ser sumisa para aprender. Hoy me burlo de él, porque los papeles se invirtieron, pero bueno ese es otro tema.
Yo decidí no depender de nadie, cuando la vida, mi maestra, me puso enfrente la verdad. ¿Y cuál era esa verdad? pues que ese ser no era nada de lo que yo creía.
Hoy digo: soy independiente, porque estoy bien sin sus buenas noches, sin sus llamadas y sin sus mensajes. Estoy muy bien, dedicándome tiempo a mí, dándome uno que otro gusto y no solo de paladar. Hoy mi miedo es encontrar alguien que quiera ser mi novio, parece gracioso, pero ese día creo que se acaba la magia, es que eso es de mucho complique.
Descubrí que este era el mejor momento de mi vida, aprendí a disfrutar de mi soledad, de los momentos conmigo misma, encerrada en el baño como mi amiga y colega, o simplemente caminando solita. Mi cama es grande pero a mi lado no quiero a nadie, a nadie permanente, tal vez uno que otro de momentos porque estoy segura que de esos placeres no hay que privarse. Que rico es hacer lo que se nos dé la gana porque ¿para qué engañarnos? Cuando estamos en una relación es como imposible, vivimos dándole gustos a otros y esperando que nos den gustos a nosotros. Lo mejor es darse esos gustos uno mismo, así se es feliz y la sonrisa se la dibuja uno, jamás permitiendo que nadie se la borre.
Yo, aquí.
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